Dirigido por un técnico colombiano, Jorge Luis Pinto, y con la mayor parte de su plantel en el exterior, Costa Rica llegó a Brasil 2014 eliminada por la opinión pública y los apostadores.
Nadie invertía su dinero en un seleccionado tico sin historia en mundiales e insertó en el denominado "Grupo de la Muerte" contra tres campeones: Italia, Inglaterra y Uruguay.
Sin embargo, el debut en la Copa del Mundo ante Uruguay comenzó a marcar el destino de una selección que comenzaría a grabar su nombre grande en la historia. Un grupo de jugadores que en silencio se fue convirtiendo en leyenda. La Celeste imponía la lógica, pero los costarricenses ganaron 3-1 y enmudecieron a todos.
Para muchos, la derrota de Uruguay se trató de un accidente futbolístico. Pero lo real era que Joel Campbell, Óscar Duarte, Marco Ureña, Christian Bolaños y Keylor Navas habían marcado el camino para el triunfo de un equipo con hambre de gloria.
El roce europeo de estos futbolistas mencionados, sumados al capitán Bryan Ruíz, desde 2006 en el viejo continente en equipos como Gent (Bélgica), Twente (Holanda), Fulham y PSV Eindhoven, más los históricos Luis Gabelo Conejo, Paulo César Wanchope y Luis Antonio Marín como auxiliares del técnico Pinto, jerarquizaron a un equipo subestimado en la previa.
Ruíz fue el responsable de vencer a Gianluigi Buffon para derrotar a Italia y asegurar la clasificación a octavos de final una fecha antes de finalizado un Grupo D en el que nadie imaginaba semejante sorpresa. Y en la fecha final, empate 0-0 para terminar invicto ante una selección inglesa que buscaba salvar el honor.
Los 7 puntos conseguidos en la ronda de grupos mejoraron los resultados de la generación dirigida por Bora Milutinovic en el Mundial de Italia 90, donde los caribeños ganaron dos partidos y perdieron la misma cantidad. Aquella vez, en su primera participación mundialista, Checoslovaquia lo devolvió a la realidad con un 4-1 contundente en el estadio San Nicola de Bari.
Ahora, la selección de Pinto llegó invicta hasta la definición por penales frente a una selección europea a la que estuvo a 120 segundos de ganarle en el tiempo reglamentario. Grecia no es de las selecciones más temibles y poderosas del viejo continente, pero en su equipo tiene la mística de sobrevivientes que ganaron la Eurocopa en 2004.
El orgullo costarricense se presentó en Recife desde la emoción en las gradas, con alrededor de 3.000 fanáticos que viajaron para acompañar el sueño, hasta el corazón entregado por el equipo dentro de la cancha. Ruíz, con clase, anotó el gol de su vida para hacer soñar a un país, pero la expulsión de Duarte, futbolista del Brujas, condicionó al equipo tico para el tramo final.
Grecia logró el empate en tiempo cumplido a través de Sokratis Papastathopoulos y obligó a Costa Rica a jugar los 30 minutos más importantes y heroicos de su historia. Campbell peleando sólo contra la defensa helena, y todo un equipo entregando alma y cuerpo para defender el sueño. Unos 40 mil brasileños también fueron ticos durante toda la tarde-noche.
La ilusión se trasladó a los penales, donde Celso Borges, Ruiz y Geancarlo González, que milita en la MLS de los Estados Unidos, convirtieron los tres primeros pero sufrieron el vuelto por el buen lanzamiento de los griegos: luego definió Campbell con el último resto que le quedaba y una tremenda atajada de Keylor Navas a Theofanis Gekas acercaron un poco más el sueño.
Llegó el turno de Michael Umaña, defensor del Deportivo Saprissa de la liga local y participe en el Mundial de Alemania 2006 de un equipo tico que finalizó en el puesto 31 sobre 32 participantes y, cuatro años más tarde, quedó eliminado en la clasificación a Sudáfrica 2010.
Umaña se paró frente al balón y cumplió con lo soñado en la noche anterior: marcar el gol más importante de su carrera y regalarle el triunfo a cinco millones de ticos. Convirtió a su selección en leyenda y se ganó el derecho a buscar otro imposible en la próxima ronda frente a Holanda. La cenicienta llegó a la instancia de los ocho mejores y mantiene su orgullo en alto.
Fuente: infobae
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